Obama ‘Superstar’: 2.500 euros por una foto con el expresidente de EE.UU.

Un día eres el líder del mundo libre y al siguiente haces bolos con entradas a 60 euros, como el de la noche del miércoles de Obama en el Arena de Berlín. ‘Sic transit gloria mundi’. La semana pasada, el cantante venezolano Danny Ocean dio un concierto en ese mismo espacio y con esos mismos precios, aunque en el caso de Obama ascendían anoche a 650 euros si se alquilaba un reservado y a 2.500 euros para los fans que deseasen una foto con el expresidente de Estados Unidos. El Arena, con capacidad para 17.000 espectadores, presentaba plazas libres. Lejos queda aquel fervor por el discurso multitudinario que Obama pronunció en julio de 2008, en el que unas 200.000 personas escucharon en el Tiergarten berlinés sus palabras: «El único camino es derribar muros y tender puentes». En aquella ocasión, claro está, la entrada fue gratuita. Ahora su visita se inscribe en una gira europea, tras las actuaciones en Zúrich y Ámsterdam. A sus 61 años, presentaba un estilismo joven y desenfadado. Llegón al Arena en su limusina, desde el hotel Adlon, y ascendió a saltos al escenario, en el que estuvo acompañado por el animador de televisión Klaas Heufer-Umlauf. Noticia Relacionada estandar No Michelle Obama, corista de lujo en el concierto de Springsteen en Barcelona ABC La ex primera dama de Estados Unidos apareció sobre el escenario para cantar los coros de ‘Glory Days’ junto a la actriz, Kate Capshaw Los teloneros, el director Mo Asumang, el músico Fetsum Sebhat, el autor Düzen Tekkal y la socióloga Jutta Allmendinger discutieron de antemano un tema algo peliagudo: la «Equidad educativa y la diversidad como oportunidad para una sociedad alemana sostenible». Hay que reconocer que, con este preámbulo, es comprensible que las emociones no estuviesen precisamente a flor de piel cuando el expresidente llegó a escena, para dedicar algunos guiños a la candidatura de Biden, aunque no demasiado explícitos. La música de Bruce Springsteen que acompañaba al expresidente en su aparición elevó por unos momentos el ánimo, como si el Arena estuviese efectivamente recibiendo a una superestrella, pero una vez desaparecía la música su discurso sonaba algo vacío. Grito en el silencio Las ausencia de políticos alemanes fue un grito en el silencio. Mientras Obama hablaba de un «nuevo impulso» en las sociedades libres y llamaba a la sociedad del siglo XXI a preservar la sostenibilidad, en una intervención inevitablemente desventrada por las cortapisas que obligan a cualquier expresidente, se movían entre el público banderas del arco iris y de Black Lives Matter . «Para mí es un ídolo, demostró que una persona de color era capaz de ocupar la más alta autoridad de los Estados Unidos de América y ha sido una inspiración para toda mi generación», se emocionaba David, un estudiante estadounidense que realiza sus prácticas en Múnich y se había trasladado a Berlín para la ocasión. «Me ha regalado la entrada mi madre, me ve muy desanimada con la política y me ha recomendado escuchar a Obama, porque cuando ella era joven también estaba desencantada con la política y recuperó así el entusiasmo y el interés», explica Lena, una joven alemana que llegaba tarde al evento. Obama también ha reservado hueco en su agenda para seguramente su mayor admiradora en la capital alemana, Angela Merkel , con la que cenó una ensalada de rodaballo, parmesano y espinacas crudas en el restaurante «Ponte», un agradable italiano en Schöneberger dirigido por Valter Mazza y en el que la excanciller se deja ver de vez en cuando con su marido Joachim Sauer. Estuvieron los tres, pero Sauer no se quedó mucho tiempo, solo tomó un aperitivo. Merkel y Obama, en cambio, conversaron durante casi cuatro horas mientras los guardaespaldas y el personal se entretenían en la sala principal del restaurante. La amistad entre Merkel y Obama ha sobrevivido a todas las turbulencias históricas mundiales y eclipsa cualquier relación que el expresidente puede haber desarrollado con el actual canciller, Olaf Scholz, aunque políticamente le sea bastante más cercano, al menos en teoría. Scholz recibió ayer a Obama para un almuerzo privado en la Cancillería, de menos de una hora de duración.

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