Mariano Álvarez, un artista olvidado

La ciudad de Toledo se ha comportado muchas veces como una madre negligente e ingrata con los artistas que se entregaron a ella. Entre sus muchos ejemplos de abandono y de desidia, destaquemos la casa y estudio de Enrique Vera , en la calle Alfonso XII, de cuya lenta ruina somos testigos los toledanos desde hace décadas; o el llamado palacio de Medinilla, en la plaza de Santa Teresa, donde ni una humilde placa recuerda que allí vivió y trabajó Ricardo Arredondo , conocido en toda Europa como «el pintor de Toledo». Noticia Relacionada opinion No El damasquinado de Toledo. Por su declaración como Bien de Interés Cultural Luis Peñalver Alhambra Sería muy deseable la creación de talleres municipales y la introducción de ciclos de FP de grado medio de damasquinado, cincelado y repujado Cualquier otra ciudad de España hubiera creado una casa-museo para recordar y mostrar la obra de sus pintores. Y no vamos a hablar en esta ocasión del lamentable destino de las colecciones del clausurado Museo de Arte Contemporáneo que hasta 2001 los amantes del arte podíamos disfrutar en la desaprovechada Casa de las Cadenas. En estas páginas queremos denunciar el olvido del que ha sido víctima uno de los artífices más relevantes de la segunda mitad del siglo XIX y de los que más justa fama dieron en todo el mundo a Toledo. En la fotografía adjunta se aprecia el estado de absoluto abandono en que se encuentra en nuestro cementerio municipal la sepultura de Mariano Álvarez Sánchez , el mayor damasquinador y cincelador que ha habido en Toledo (1835-1899), maestro de los maestros posteriores (porque no fueron los árabes los que trajeron el damasquinado a la ciudad del Tajo, sino grandes artistas que en la segunda mitad del XIX trabajaron en la Fábrica de Armas, como Críspulo Avecilla o el propio Álvarez). Una de las obras del damasquinador toledano Mariano Álvarez laurent Nacido en Madrid, con veinte años este artista prodigio del cincel ganó la plaza de maestro cincelador en la Fábrica de Armas de Toledo , institución que abandonó en 1877 para establecerse por su cuenta en Cuatro Calles, número 2. De sus manos salieron obras maestras como la bandeja repujada y damasquinada de Emilio Castelar (expuesta hoy en el Museo del Ejército de Toledo ); el ánfora nazarí que fue regalo de la Diputación de Toledo con ocasión de la boda de Alfonso XII con María de las Mercedes y otras obras de exquisita factura con la que Álvarez consiguió medalla de oro en diversas Exposiciones Universales. Entre las obras más importantes de este artista de prestigio internacional, está la papelera de hierro repujada, cincelada y damasquinada con la que triunfó en la Exposición Nacional de 1883 y que fue adquirida por el Zar de todas las Rusias, llegándose a exponer en el Museo del Emperador en San Petersburgo. Tal fue la importancia y el reconocimiento obtenido por Álvarez, que a su muerte un periódico local propuso darle su nombre a la plaza de las Cuatro Calles. Sin embargo, en los albores del siglo XXI ya nadie se acuerda de Álvarez en Toledo. En Eibar, el otro centro productor de damasquinado en España, se erigen bustos a la memoria de los grandes maestros. Aquí hay que limpiar de hojarasca su sepultura si queremos leer sus nombres. Afortunadamente para nuestra ciudad y para el porvenir de su artesanía más exclusiva, iniciativas como la Fundación Damasquinado de Toledo se esfuerzan en paliar el abandono secular que sufre este precioso arte por parte de las instituciones, defendiendo su pureza y dándolo a conocer, no solo en sus creaciones pasadas sino también en las presentes, como una garantía de futuro.

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