Cultura cosmopolita y plurinacionalidad

Las sociedades libres y abiertas tienen en alta estima un valor concreto, la pluralidad , por una razón evidente: hace viable la diversidad de credos, costumbres, gustos, estilos de vida u orientación sexual. El gran problema o desafío que atañe a la pluralidad es que no florece en cualquier descampado, sólo en una cultura tolerante y cosmopolita. El cosmopolitismo reconoce y aplaude que haya variedad de razones y motivos que le den sentido a la vida, y sólo universaliza la aspiración a una verdad científica (siempre refutable), la defensa de la libertad y la igualdad ante la ley, el combate del sufrimiento y las injusticias. Por lo demás, se alegra de que cada cual intente vivir como quiera y pueda porque uno andará en las mismas, tratando de darle sentido y trascendencia a su fugaz paso por esta tierra. Noticia Relacionada la tercera opinion Si Cándido en Nicaragua Carlos Granés Así se forjan esas dictaduras impolutas que no toleran la disidencia ni la crítica, y que señalan como enemigo interno a quien no se suma al caudal de buenas intenciones de su líder El gran conflicto contemporáneo –o uno de ellos- es que la pluralidad ya no se presenta escoltada por el espíritu cosmopolita, sino por su antítesis, el furor indentitario. Las nuevas identidades surgen ahora como un acto defensivo que no aspira a ensanchar la ciudadanía y los espacios de convivencia, sino a exigir derechos específicos, representación y poder. Y sí, es verdad que nuestras imperfectas sociedades aún arrastran prejuicios nocivos, pero este fenómeno va más allá de combatir las taras en busca de igualdad jurídica y moral. Busca desvelar la matriz heteropatriarcal , colonialista, racista, neoliberal de un mundo irremediable y opresor, en el que sólo se sobrevive esgrimiendo el blasón tribal. De esta combinación de pluralidad y actitud defensiva está surgiendo una suerte de plurinacionalidad identitaria que segmenta la sociedad en función del género, la raza, la orientación sexual y todos sus matices. Hasta en los movimientos que parecían homogéneos, como el feminismo , ahora hay grietas insalvables. Es un síntoma más de la ruina del cosmopolitismo, de esa cultura común en la que conviven las diferencias porque no hay fronteras entre ellas; y algo que explica ese tedioso ruido de fondo, los tambores de guerra, que resuena en la política actual.

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