El Papa denuncia en su mensaje de Navidad el impacto de la guerra en los más pobres
El Papa se ha asomado a mediodía al balcón central de la basílica de San Pedro para su tradicional mensaje de Navidad y la bendición «Urbi et orbi», a la ciudad y al mundo. Francisco, con tono serio, ha gesticulado con especial énfasis cuando se ha referido a la guerra que está azotando Ucrania . Ante unas 70.000 personas que le escuchaban en la plaza, y en directo en 160 televisiones de todos los continentes, el Papa ha pedido con tono conmovido «vencer el letargo del sueño espiritual y las falsas imágenes de la fiesta que hacen olvidar quién es el homenajeado». «Salgamos del bullicio que anestesia el corazón y nos conduce a preparar adornos y regalos más que a contemplar el Acontecimiento: el Hijo de Dios que nació por nosotros». El Papa ha explicado que cada 25 de diciembre se conmemora que «Jesucristo abrió el paso de un mundo cerrado, oprimido por las tinieblas de la enemistad y de la guerra, a un mundo abierto, libre para vivir en la fraternidad y en la paz». Por eso ha denunciado que también hoy contrastan la concordia «las mismas pasiones negativas que impidieron que el rey Herodes y su corte reconocieran y acogieran el nacimiento de Jesús: el apego al poder y al dinero, la soberbia, la hipocresía, la mentira». Noticias Relacionadas estandar No Navidad en guerra en Ucrania: Zelenski promete «liberar a los ucranianos» y Putin reclama defender «la Rusia histórica» J. Monjardín estandar No Fútbol El ejército israelí mata a un futbolista palestino de 23 años P. L. Recordando que cientos de miles de personas están pasando las fiestas bajo el terror de las bombas, ha solicitado «que nuestra mirada se llene de los rostros de los hermanos y hermanas ucranianos, que viven esta Navidad en la oscuridad, a la intemperie o lejos de sus hogares, a causa de la destrucción ocasionada por diez meses de guerra » y ha invitado a cumplir «gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo». Las heridas del mundo El pontífice ha pedido a Dios que «ilumine las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas y poner fin inmediatamente a esta guerra insensata». «Lamentablemente, se prefiere escuchar otras razones, dictadas por las lógicas del mundo», ha añadido. Como suele hacer cada año en ocasión de los discursos de Navidad y de Pascua, el Papa ha recorrido las heridas del mundo actual, que este año ha calificado como « escenarios de esta tercera guerra mundial ». «Pensemos en Siria, todavía martirizada por un conflicto que pasó a segundo plano pero que no ha acabado», ha comenzado. También ha mencionado la «violencia y conflictos» en Tierra Santa, y ha pedido que en la tierra donde nació Jesús «se retome el diálogo y la búsqueda de confianza recíproca entre israelíes y palestinos». Ha recordado las duras condiciones de vida de los cristianos en Oriente Medio y ha llamado a una «convivencia fraterna entre personas de diversos credos». Francisco ha solicitado «el apoyo de la comunidad internacional y la fuerza de la fraternidad y de la solidaridad» para el Líbano, que desde las explosiones en el puerto de Beirut en agosto de 2020, atraviesa un bloqueo institucional. Tregua en Yemen Luego ha recordado la dramática situación de los países del Sahel, «donde la convivencia pacífica entre pueblos y tradiciones se ve perturbada por enfrentamientos y violencia»; ha solicitado «una tregua duradera en Yemen»; y «la reconciliación en Myanmar y en Irán, para que cese todo derramamiento de sangre». De modo genérico, evocando quizá las tensiones en Perú, Venezuela, Nicaragua, ha pedido a Dios que «inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad en el continente americano, a esforzarse por pacificar las tensiones políticas y sociales que afectan a varios países», y ha recordado «particularmente al pueblo haitiano, que está sufriendo desde hace mucho tiempo». Comida como arma de guerra En referencia a las consecuencias de los conflictos, ha alertado de que la guerra en Ucrania ha elevado «el riesgo de carestía alimentaria especialmente en Afganistán y en los países del Cuerno de África» y ha denunciado que se use la comida como arma de guerra, «impidiendo su distribución a los pueblos que ya están sufriendo». «Comprometámonos todos, en primer lugar, los que tienen responsabilidades políticas, para que la comida sea un instrumento de paz», ha solicitado. Como la solidaridad puede vivirse también con quienes están cerca, el Papa ha invitado a los católicos a ensanchar su horizonte de modo que «mientras disfrutamos la alegría de encontrarnos con nuestros seres queridos, pensemos en las familias que están más heridas por la vida, y en aquellas que, en este tiempo de crisis económica, tienen dificultades a causa de la falta de trabajo y de lo necesario para vivir». En concreto, ha mencionado a los migrantes y refugiados, las personas solas, los huérfanos, los ancianos y los presos, «a quienes miramos sólo por sus errores y no como seres humanos». «Fijemos la mirada en el rostro del Niño que nos ha nacido. Y en ese pequeño semblante inocente reconozcamos el de los niños que en cada rincón del mundo anhelan la paz. ¡Feliz Navidad a todos!», ha concluido antes de impartir la bendición «Urbi et orbi». La bendición del Pontífice La «Urbi et orbi» es una bendición que sólo puede impartir el obispo de Roma. Se reserva a Navidad, Pascua de Resurrección y elección papal. Francisco, además, convocó una en marzo de 2020, en el momento más duro de la pandemia. Durante estos días de Navidad, Francisco ha reducido un poco su agenda. El próximo miércoles participará en la audiencia general, y el próximo sábado cerrará el año rezando un «Te Deum» en la basílica de San Pedro para dar gracias a Dios por los acontecimientos más relevantes del año.