Las crónicas futboleras de José Luis Garci que adelantaron el futuro

Todo lo que parece una novedad en este Mundial de Qatar es, en realidad, un ‘déjà vu’, una historia ya vivida. Todo lo contó antes José Luis Garci en este mismo diario entre 1992 (la Eurocopa de Suecia) y 2004 (la de Portugal). La guerra entre la prensa y el seleccionador que ahora llena páginas y tertulias no es nada comparada con la que tuvieron con Javier Clemente; las críticas por llevar el Mundial a territorios sin tradición futbolística suenan a las que se hicieron antes del de Corea y Japón; el exceso de equipos en las fases previas es un debate larvado desde 1994, y denunciar que el fútbol moderno es un negocio está en el origen de la misma Fifa , como el cineasta ya explicó en una magnífica crónica que escribió en su vieja Olympia durante el Mundial de Francia 98. Garci no es profeta ni adivino, ni sus crónicas se escribieron con más vocación que la de interesar al lector que iba al quiosco cada mañana a por el ABC. Y pese a ello, todos los debates presentes en las secciones de Deportes estos días tienen su eco en ‘Renglones deportivos’ (editorial Reino de Cordelia ), una compilación de los artículos que José Luis Garci publicó durante dos décadas. Unas líneas que terminan justo antes del ciclo glorioso que inició Luis Aragonés (un entrenador, por cierto, que el director ya reclamó para seleccionador antes que casi nadie). Así que en realidad, lo que cubrió Garci fueron, uno detrás de otro, todos los fracasos de la selección. El «jugamos como nunca y perdimos como siempre» es el hilo invisible que ata con coherencia unos análisis que, lejos de parecer descontextualizados, adquieren ahora un interés inusitado: el de abrir un agujero al pasado para recordar cómo fueron aquellos desastres de la que por entonces era «la furia española». Noticia Relacionada Tiempo recobrado opinion Si Fútbol y sueños Pedro García Cuartango El Mundial es para los aficionados el Santo Grial, el torneo que aguardamos con impaciencia. No hay ninguna cita equivalente Entrevistar a Garci es un eufemismo: a Garci se le escucha. Tratar de manejar una conversación con alguien que es un torrente de anécdotas, nombres y confidencias es como tratar de desviar un río con las manos. Se puede intentar, pero el agua siempre encuentra su camino; y el de Garci son sus recuerdos. Igual pasa de hablar de la tarde que vivió en el campo de Chamartín, en el 64, con el gol de Marcelino bajo una lluvia descomunal en la final de la Copa de las Naciones que rememora una charla de fútbol y cine con Manuel Martín Ferrand o Manuel Alcántara años después; y al instante analiza las alineaciones de Bélgica o la posición de Rodri como central. Al final, todo español tiene un seleccionador dentro y no hay director (de cine, de lo que sea) al que no le gustaría ordenar un equipo. Pero, ¿por qué ahora un libro con textos publicados hace casi tres décadas? La respuesta no importa. Mejor el deleite de poder viajar al pasado solo con la lectura, sin nostalgia y sin imposturas, al revisar lo que escribió un hombre peleado con la hora cierre y con un espacio siempre en el alambre. Garci fue durante siete campeonatos de fútbol un hombre a una máquina de escribir pegado, su Olympia modelo Mónica («Olympia-modelo-Mónica», dice él, de corrido, uniendo cada sílaba), que solo dejó de cargar en el Mundial de EE.UU. Se la endilgó a Michel, que le acompañó por todas las sedes, y en todos esos viajes no hubo hotel o sala de prensa en la que no reservara un fax para que los becarios de entonces recibieran en la redacción de Serrano primero y de Juan Ignacio Luca de Tena después su folio. Y ese anacronismo (que todavía mantiene) es también uno de los placeres que regala este libro. Otro de los regalos es «jugar». « El seleccionador ha roto con buena parte de la afición y con los medios de comunicación . Su carácter áspero, y su temperamento belicoso, puede que esté influyendo en el comportamiento de los jugadores…». La frase podría ser de hoy, pero la dejó escrita en 1998. Ahora Garci es más amable con Luis Enrique . Se ríe, de hecho, cuando toca hablar del Twitch, excéntrica modernidad del seleccionador actual: «Yo como no tengo ni redes ni nada no lo veo y me da igual», dice, para cambiar inmediatamente de tema y defender al entrenador. El carnet de socio de Garci del Atlético de Madrid de la temporada 1985-1986 y de socio infantil del Real Madrid; imagen de José Luis Garci en su despacho, con una vieja máquina de escribir (II) y portada del libro ‘Renglones deportivos’ (Reino de cordelia) (III) «Profeta», que no adivino «La vida es eso que transcurre entre Mundial y Mundial», escribió en 2002. Y entre los veinte años que separan al escritor de entonces con el del presente se palpa su coherencia, siempre en el mismo lugar: «Este deporte que antes fue hermoso y emocionante, lleno de magia, es ahora apenas una ecuación de fuerza y resistencia». Hoy lo mantiene, aunque recuerda los partidos que por entonces criticaba con más cariño que en caliente ante el folio en blanco. Hoy dice: «Esto se parece cada vez más al ajedrez, porque cada uno sabe como jugarle al otro, todos juegan igual y están igual de bien preparados físicamente, solo lo deciden los relámpagos de inteligencia, de calidad». Hay frases que podrían leerse hoy en páginas de la sección de deportes sobre ‘hooligans’ -«su único equipo es la violencia»-, sobre táctica -«vivimos un fútbol de ordenador, robotizado»- o sobre el exceso de equipos -«32 selecciones es un error. Imagino que hay que cumplir con muchos compromisos, pero me quedo con aquellos campeonatos de 16 equipos»-… Y así. MÁS INFORMACIÓN noticia No Homenaje en Valladolid al José Luis Garci escritor y periodista noticia Si La mortalidad noticia No «Los futbolistas tenemos los mismos miedos y complejos que cualquier trabajador» Decía antes (que también es una coletilla habitual en el lenguaje del Garci escritor) que aunque en sus crónicas pasadas se pueda encontrar mucho de lo que hay en el presente, él no es ni profeta ni adivino. Y lo demuestra en el libro: sus frecuentes apuestas con Eduardo Torres-Dulce y otros amigos, como Alfredo Landa, le salían casi siempre a pagar. Un mal ojo para elegir caballo ganador que no ha logrado quitarse de encima. La charla a cuenta del libro tuvo lugar el día antes del España-Japón, y dejó aquí su pronóstico: «Con Japón no habrá problema, los chicos ganarán fácil y Alemania será segunda de grupo». No acertó, aunque esta vez no se apostó ninguna cena en el Club 31.

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